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A raíz de un artículo publicado recientemente en El Mundo sobre Isaiah Thomas, uno de los mejores jugadores de la NBA pese a sus 1,75 metros de altura, creo necesario compartir una reflexión que he ido elaborando en los últimos meses, siguiendo la mejor liga de baloncesto del mundo, la NBA, y fijándome en el cambio que estamos viviendo en la manera de jugar a este deporte.
El baloncesto se está convirtiendo, cada vez más, en un deporte de "bajitos" (y con esto me refiero a jugadores exteriores, aunque frecuentemente sobrepasen los dos metros de estatura). No me refiero a que la altura media de los jugadores esté disminuyendo, sino a la importancia que los bases, escoltas y aleros están adquiriendo en el baloncesto de hoy a costa de los jugadores más grandes. Stephen Curry, Russell Westbrook, James Harden, Kyrie Irving, Mike Conley, Damian Lillard, Chris Paul, Kyle Lowry, Isaiah Thomas, Kemba Walker... La lista de bases estrella de la NBA es interminable. La posición de base siempre ha sido fundamental en nuestro deporte, pero en los últimos años este protagonismo se ha ido acentuando hasta derivar es una liga en la que el ritmo de juego se ha acelerado notablemente, los triples y los contraataques han pasado a ser una fuente vital de puntos y los entrenadores prefieren jugar con cinco jugadores móviles y rápidos para crear espacios que en otras épocas, por diferentes circunstancias, ni se valoraban ni se necesitaban.
En el baloncesto actual, los espacios lo son todo. Buscar tiradores se ha convertido en una necesidad para los equipos, y los hombres altos, si bien necesarios para tareas como el rebote o la defensa del aro, se antojan cada vez más prescindibles. Esta temporada estamos viendo equipos como los Houston Rockets, que "descansan" en defensa y "permiten" al equipo rival anotar de manera relativamente fácil, pero que en cambio practican un ataque muy veloz con una gran cantidad de lanzamientos de tres puntos para ganar desde el ataque y simplemente jugar a anotar más puntos que el rival nutriéndose de más posesiones provenientes de este altísimo ritmo de juego.
Los Houston Rockets lideran la liga en porcentaje de triples sobre tiros de campo totales. Un 46% de los tiros que lanzan provienen de más allá de la línea de triple. Este porcentaje es un resultado natural de la configuración de su quinteto inicial y de su plantilla en conjunto. Los Rockets suelen comenzar los partidos con James Harden, Eric Gordon, Trevor Ariza, Ryan Anderson y Clint Capela. De estos cinco jugadores, los cuatro primeros son tiradores decentes como mínimo (en el caso de Harden, Gordon y Anderson, sobresalientes). Los Rockets ocupan el puesto 24 en términos de puntos encajados por partido, con 107,2. Una posición mediocre que sin embargo compensan con creces con su ataque, anotando unos abrumadores 114,8 puntos por partido, el segundo mejor registro de la NBA por detrás de los 117,3 de los Golden State Warriors.
Mike D´Antoni, el entrenador de la franquicia tejana, siempre ha tratado de imponer un ritmo alto y un estilo de juego alegre, el "run and gun"(básicamente correr y tirar), apenas utilizando la primera mitad del reloj de posesión para disponer del máximo número de posesiones posible. Este año, Houston ha confeccionado una plantilla perfecta para este estilo de juego. D´Antoni, consciente del valor de James Harden, tal vez el jugador ofensivamente más talentoso de la NBA, le ha otorgado las riendas del equipo trasladándolo a la posición de base la mayoría del tiempo. Harden es excelente en cuanto a toma de decisiones en ataque, y no sólo está anotando unos escalofriantes 28,5 puntos por partido (tercer mejor anotador de la NBA), sino que también lidera la NBA en asistencias con 11,8. Este aspecto pasador de Harden era lo que necesitaban los Rockets para alcanzar su máximo potencial. A menudo acusado de individualista y egoísta, Harden está demostrando que es capaz de compartir el balón y repartir juego como nadie.
En el Este, el panorama en cuanto al estilo de juego de los líderes es similar. Los Cleveland Cavaliers, líderes del Este, ocupan el segundo puesto en la mencionada estadística de porcentajes de triples lanzados sobre el total de tiros de campo, con un 38,7%. A pesar de contar ya con grandes tiradores como Kyrie Irving, JR Smith, Kevin Love y por supuesto Lebron James, los Cavs se han reforzado con Kyle Korver, uno de los mejores triplistas de la liga, aunque esta incorporación, como todas, requerirá un proceso de adaptación por parte de Korver a un estilo de juego muy asentado y a una cultura completamente diferente de la que se practicaba en su anterior equipo, los Atlanta Hawks. Así lo demuestran las dos derrotas en dos partidos de los Cavaliers desde que ficharon a Korver.
Evidentemente, el éxito de estos equipos con su estilo de juego es un producto de la calidad de sus jugadores. Sería interesante analizar los resultados del mencionado "run and gun" de un equipo mediocre o con jugadores no tan brillantes como los que tienen Houston, Golden State o Cleveland.
Llama la atención que los mejores equipos de la liga (exceptuando a los San Antonio Spurs, siempre fieles a su particular y característico estilo de juego basado en el ataque en medio campo y en la circulación del balón) estén apostando por el triple como fuente fundamental de anotación. Cabe plantear si estamos viviendo el ocaso de la defensa como pilar fundamental del baloncesto, pero para tranquilidad de los puristas defensivos, la realidad es que ningún equipo tiene opciones de ganar una final de la NBA sin defender de manera excelente. Asimismo, estamos asistiendo a la ironía de la reducción del protagonismo de los hombres altos en el preciso momento en el que vivimos un resurgimiento de pívots dominantes en la liga: Anthony Davis, Karl-Anthony Towns, Joel Embiid, DeMarcus Cousins, DeAndre Jordan, Marc Gasol... Además, excepto Jordan, un pívot más "tradicional" que el resto, todos se están adaptando a las nuevas circunstancias de juego, incorporando el lanzamiento de tres puntos o por lo menos de media distancia a su juego. El ejemplo más claro es el de Marc Gasol: la temporada pasada, el pívot español anotó dos triples en tres intentos en todo el año. En esta temporada 2017, ha anotado 51 de 131 intentos.
Los Cavaliers y los Warriors, ganadores de los últimos dos títulos de la NBA, han puesto en duda la necesidad de jugadores interiores dominantes para ganar la NBA. Ninguno de los dos contaba con pívots puros y a la vez decisivos en el juego del equipo. Es cierto que Tristan Thompson, ala-pívot de los Cavs, fue importantísimo en las finales del año pasado debido principalmente a su labor reboteadora y defensiva. Festus Ezeli, pívot de los Warriors, también jugó un papel fundamental en la final de 2015. Sin embargo, ninguno de los dos se corresponde con la definición de pívot de hace unos años, como Shaquille O´Neal, Hakeem Olajuwon, Patrick Ewing o Tim Duncan.
Seguirán llegando jugadores grandes a la NBA, y continuarán siendo importantes para el baloncesto. Al fin y al cabo, este siempre ha sido un deporte de gente alta. No obstante, el juego interior se encuentra en crisis. Los "bajitos" (bases, escoltas e incluso aleros) están moldeando el juego de los "grandes", y no al revés. De seguir esta tendencia, ser capaz de anotar triples será un requisito indispensable para los hombres interiores en unos años. Es la revolución de los bajitos.
2 comentarios:
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