viernes, 24 de junio de 2016

El hijo pródigo del rey

Los Cavaliers remontan un 3-1 en contra en las Finales de la NBA por primera vez en la historia, liderados por un descomunal Kyrie Irving y un dominante Lebron James, que ponen fin a la maldición deportiva de la ciudad de Cleveland: 52 años sin ganar ningún título de las tres grandes ligas (baloncesto, fútbol americano y béisbol).

(Fotos: nba.com)

El Oracle Arena de Oakland, casa de los Golden State Warriors, fue un escenario de lujo para el séptimo y definitivo partido de las finales de la NBA, aquel cuyo ganador se proclamaría campeón de la NBA tras unas finales de infarto en las que los Golden State Warriors, autores del impresionante récord de 73 victorias y 9 derrotas, han dejado pasar las tres ocasiones que tuvieron para coronarse campeones por segundo año consecutivo.


 Pocos acontecimientos en el mundo del baloncesto (por no decir ninguno) son tan tensos, tan decisivos, tan culminantes como un séptimo partido de las finales de la NBA. El pasado lunes 20 de junio, de madrugada, pudimos asistir al duelo entre los Golden State Warriors del MVP unánimo Stephen Curry y los Cleveland Cavaliers del todopoderoso Lebron James, dominador de la NBA en la última década. Ambas estrellas y sus respectivos equipos se enfrentaban por novena vez esta temporada sumando temporada regular y Playoffs. El balance era favorable a los Warriors (5 victorias y 3 derrotas), pero las dos últimas victorias habían correspondido a los Cavaliers, que se postulaban como serios candidatos a ser el único equipo de la historia en remontar un 3-1 en contra en las finales de la NBA. En frente, unos Warriors que, visiblemente incómodos por el saber hacer de los Cavs y muy diferentes del imparable equipo que fueron durante la temporada regular, buscaban revalidar el título que consiguieron el año pasado contra los mismos contrincantes (4 victorias a 2 en la final).

No faltó de nada en este choque de trenes. Baloncesto táctico, técnico y físico del más alto nivel, con una igualdad que rara vez se disipó en el marcador (la máxima ventaja fue de 8 puntos a favor de los Golden State Warriors). El partido comenzó con nerviosismo e incertidumbre por parte de ambos equipos, que se mostraban un gran respeto mutuo y a la vez escondían sus armas, reservándose para la fase decisiva del partido.

Fueron los de San Francisco los que abrieron una mínima brecha en el marcador durante el segundo cuarto, para marcharse al vestuario con una ventaja de 7 puntos, aunque Curry, como ha sido habitual en estas finales, contaba ya con tres faltas personales. El propio Curry afirmaría tras el partido que ha mantenido una actitud agresiva durante las finales, pero que no ha sabido canalizarla de la manera adecuada. El mejor de su equipo no sería él, sino Draymond Green, que se encontraba muy acertado desde la línea de triple (terminó con un 6-8), y tuvo un papel esencial en el rendimiento de su equipo.


En el equipo rival, Lebron James se enfrentaba a la responsabilidad de levantar una losa que ya pesaba demasiado: 52 años sin que ningún equipo de Cleveland ganase un título en cualquiera de las tres ligas mayores. Además, su balance negativo en finales de NBA (2 victorias y 4 derrotas) era todavía una excusa para aquellos (incluido un servidor), que ponían en duda su capacidad de liderar equipos para ganar un anillo.

Un quinto fracaso en su séptima final tal vez no habría sido definitivo para su carrera, pero sí habría supuesto un golpe moral muy fuerte, a partir del cual podría haber comenzado a decaer su imagen en la liga y su mentalidad de llevar a sus equipos al éxito. No obstante, Lebron contaba con un aliado que le ha sacado las castañas del fuego en más de una ocasión durante esta temporada, un hijo pródigo que le ha secundado liderando al equipo y le ha sustituido cuando no se encontraba en su mejor momento: Kyrie Irving. El base australiano, que ha ofrecido un rendimiento impecable durante estas pasadas finales de la NBA, compartió junto con Lebron la responsabilidad de echarse el equipo a la espalda.



Kyrie Irving, presente y futuro de la NBA con tan sólo 24 años, fue elegido el número 1 del draft del año 2011, con 19 años. Desde entonces, asumió el papel de líder de un equipo mediocre que no llegó a las 30 victorias hasta su tercera temporada, la 2013-2014. Con la llegada de Lebron James, los Cavs dieron un salto cualitativo de manera instantánea, consiguiendo la segunda plaza de la Conferencia Este por detrás de los Atlanta Hawks. Esa misma temporada alcanzaron la final de la NBA, que la otra estrella del equipo, Kevin Love, no pudo disputar debido a una lesión sufrida en primera ronda contra los Celtics. Kyrie Irving, por su parte, sufrió una grave lesión de fractura de rótula en el primer partido de las finales, y a pesar de que Lebron protagonizó actuaciones individuales memorables, estas no fueron suficientes para llevar a su equipo al título, dada la carencia de apoyos en su equipo. Los Warriors se proclamaron campeones por 4 victorias a 2.

Tras la considerable lesión que sufrió Irving (pasó más de 5 meses en el dique seco), había muchas dudas sobre el rendimiento que ofrecería y, sobre todo, sobre si sería capaz de ayudar a Lebron James y compañía a vengarse de los Golden State Warriors en las que serían, previsiblemente las finales de la NBA por segunda vez consecutiva. Los claros favoritos eran los Warriors, y los Cavaliers se vieron obligados a remontar un 3-1 en su contra.


Esta remontada no habría sido posible sin la excelente gestión del juego que realizó Irving durante toda la serie. Anotando con una gran selección de tiro, distribuyendo asistencias, creciéndose en defensa contra Stephen Curry, y en definitiva liderando al equipo junto a Lebron para llevar a su equipo al ansiado primer título.
A continuación, una comparativa de las estadísticas de Irving durante la temporada regular y durante las finales:

Temporada regular (por partido):

- Minutos: 31,5
- Puntos: 19,6
- Asistencias: 4,7
- Rebotes: 3
- % triples: 32%
- % tiros de campo: 44%
- Robos: 1,1

Finales (por partido):

- Minutos: 39
- Puntos: 27,1
- Asistencias: 3,8
- Rebotes: 3,8
- % triples: 35,8
- % tiros de campo: 45%
- Robos: 2,1

Las estadísticas son tan sólo una pequeña muestra de la mejora de Irving en las finales, en la etapa decisiva para ayudar a su equipo a conseguir alzarse con el título de campeones. Los números, a pesar de ser excelentes, ni siquiera reflejan la vital importancia que tuvo el base para su equipo.

Y es que estas han sido la temporada regular de los Warriors de Stephen Curry y las finales de los Cleveland Cavaliers de Lebron James, pero Kyrie Irving, gracias a su triple decisivo sobre Stephen Curry con el séptimo partido empatado a falta de unos 50 segundos para el final, fue la pieza diferenciadora que permitió a los Cavaliers sobreponerse a unos históricos Golden State Warriors; fue el mejor aliado de Lebron James; fue el hijo pródigo del rey.









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