miércoles, 20 de abril de 2016

La naranja mecánica


En primer lugar, pido disculpas por la falta de originalidad del título de este artículo, mi primer artículo sobre baloncesto universitario. No obstante, creo que este título le viene al pelo a esta reflexión sobre mi equipo de baloncesto universitario favorito: Syracuse Orange.

Los pupilos del legendario entrenador Jim Boeheim comenzaron el año con el objetivo que cualquier programa de baloncesto de la zona alta de los rankings se propone: clasificarse para el torneo de la NCAA en marzo, en el que sólo participan los 64 mejores equipos del país. Tras pasar una temporada regular llena de altibajos, los Orange respondieron a la adversidad como un resorte, como un mecanismo, creciéndose y jugando por encima de su nivel habitual, sacando toda la rabia creada por las críticas y las dudas que se expresaron desde fuera.

A priori un fijo en el torneo de la NCAA (campeones en 2003 y clasificados cada año desde 2009 excepto el año pasado por una auto-sanción), este año el equipo no dependía de sí mismo para jugar en marzo, sino del comité de selección de la NCAA, que finalmente concedió a los de Boeheim un puesto en el torneo universitario más prestigioso. Tras una temporada con 23 victorias y 14 derrotas, un buen número de expertos y analistas daban a Syracuse como eliminado de dicho torneo. No obstante, las importantes victorias obtenidas contra Duke y Notre Dame fueron motivo suficiente para premiar a los Orange con el March Madness tras una temporada muy ajetreada.

Syracuse comenzó la temporada dando una sensación de solidez y advirtiendo de que este año se podrían alcanzar grandes metas.  Los Orange vencieron a Charlotte, UConn y Texas A&M para alzarse con el título del "Battle for Atlantis", un prestigioso torneo de comienzo de la temporada regular que se organiza cada año en el complejo Atlantis, en las Islas Bahamas.



Con la victoria en Atlantis, el equipo sumaba seis victorias consecutivas para comenzar la temporada, colocando al Syracuse en el número 14 del ranking "Top 25" que Associated Press elabora cada semana. La primera derrota llegó contra Wisconsin, una potencia nacional, finalista en 2015. Esta derrota era razonable, pero lo peor estaba por llegar. A causa de una violación de las normas de la NCAA, Jim Boeheim se enfrentaba a nueve partidos de suspensión, que comenzaron el 5 de diciembre de 2015 con una desastrosa derrota ante Georgetown y terminó el 5 de enero de 2016 con otra dolorosa derrota por un punto ante Clemson. El encargado de dirigir al equipo durante la suspensión fue el entrenador asistente Mike Hopkins, que será el entrenador cuando Boeheim se retire tras dos temporadas más al mando. Hopkins firmó un balance de 4 victorias y 5 derrotas, dejando al equipo con 10 victorias y 6 derrotas en total. Por si no fuera suficiente, el siguiente rival era la todopoderosa North Carolina de Brice Johnson y Marcus Paige, con los que los Orange se volverían a enfrentar a final de temporada. El choque se saldó con la cuarta derrota consecutiva para Syracuse (10-7), y una situación muy delicada.

Tras retomar el mando del banquillo, Boeheim supo corregir el rumbo del equipo con 8 victorias en 9 partidos, incluida una valiosísima victoria sobre Duke.  La única derrota ocurrió ante Virginia, que también se volvería a cruzar en el camino antes de terminar la temporada. No obstante, el equipo seguía en su línea inconsistente, y fue incapaz de terminar la temporada regular de manera sólida. Si parecía que el equipo merecía participar en el March Madness, 5 derrotas en los últimos 6 partidos ponían en entredicho su presencia en la locura de marzo.

Finalmente, Syracuse logró entrar en el torneo, y fue emparejado con Dayton en la primera ronda. Los Orange habían caído eliminados en la segunda ronda del torneo de 2014 precisamente ante Dayton siendo claros favoritos. Este año se recuperaron las buenas sensaciones y el juego justo a tiempo para el torneo, y los Orange dejaron claro a qué habían venido. Vencieron claramente a Dayton (70-51) para enfrentarse a la sorprendente Middle Tennessee, que sorprendió a uno de los favoritos, Michigan State, en primera ronda. Sin embargo, Syracuse no dio opción a la cenicienta, imponiéndose por 75-50.



Una vez en el "Sweet Sixteen", no había rival fácil. Esperaban los Gonzaga Bulldogs de Kyle Wiltjer y Domantas Sabonis, hijo de Arvydas Sabonis, leyenda del baloncesto europeo y la NBA. Ambos son jugadores interiores muy versátiles capaces de hacer daño en la zona y con su tiro de media y larga distancia. Los Bulldogs venían de ganar a dos buenos equipos como Seton Hall y Utah, y eran favoritos para ganar a Syracuse. El partido parecía encaminado para ellos cuando Jim Boeheim implementó una defensa presionante en todo el campo que permitió una gran remontada de los Orange en los tres últimos minutos del partido para plantarse en el Elite Eight, junto con los otros 7 mejores equipos del país.






Con tan sólo 8 equipos vivos,  la dificultad es máxima. Syracuse se enfrentaba ahora a Virginia, liderada por Malcolm Brogdon, nombrado jugador del año  de la ACC. Ambos equipos se habían enfrentado antes en la temporada, con victoria para Virginia por 73-65. No obstante, la diferencia entre ambos equipos parecía ser mucho mayor que estos 8 puntos de desnivel. Virginia era uno de los favoritos para alzarse con el campeonato nacional, mientras que Syracuse, para muchos, era una cenicienta que aún no podía creer que hubiese llegado tan lejos.




El partido comenzó siendo un ejemplo de la aparente superioridad de Virginia, que lideró durante toda la primera parte y los compases iniciales de la segunda. El francotirador London Perrantes acababa de meter su sexto triple del partido a falta de 9:33 para el final, con un marcador favorable a Virginia por 15 puntos. Fue entonces cuando pudimos ser testigos de una de las mayores remontadas vistas este año. Utilizando de nuevo la mencionada presión en todo el campo y liderada por el freshman Malachi Richardson, Syracuse fue autora de un espectacular marcador parcial de 25-4 que acabó por darle una sorprendente victoria una vez más.





Los Orange pusieron rumbo a Houston para disputar la Final Four contra North Carolina, con la que previamente se habían encontrado, perdiendo 84-73. Los Tar Heels, un equipo potente, versátil y con múltiples amenazas, eran uno de los principales favoritos para ser campeones. Pero Syracuse deseaba continuar con su sueño y sorprender al mundo, justo como hizo con Gonzaga y Virginia.

Sin embargo, North Carolina fue muy superior desde el primer momento, liderando durante la totalidad del partido, sacando ventaja del control del rebote y de su flujo de anotación constante. Esta vez no hubo lugar para una remontada imposible contra un equipo muy superior. North Carolina terminó la sorpresa improbable de Syracuse, que caía eliminada pero muy orgullosa por el trabajo hecho.



A continuación, las características de los Syracuse Orange de este año, que pese a ser un equipo con numerosas debilidades, encontró un camino al éxito y se negó a salir de él hasta que un mejor equipo le sacó de él.

Fortalezas

- Defensa en zona: es una de las principales señas de identidad de Jim Boeheim, considerado uno de los mejores maestros en defensa en zona de la historia del baloncesto. Boeheim siempre busca utilizar jugadores atléticos, con gran envergadura, con objetivo de cubrir las líneas de pase, interceptar balones y salir al contraataque, una estrategia que este año le ha funcionado a la perfección. Independientemente del rendimiento del ataque, este equipo siempre ha podido confiar en la defensa como su principal amenaza.


- Contraataque: pese a tener una gran defensa, muchos equipos son incapaces de traducir esa intensidad en puntos. No es el caso de Syracuse. Gracias a su velocidad y su defensa en zona adelantada, los puntos al contraataque son una gran fuente de anotación para este equipo.

- Tiro de tres puntos: ha sido el "salvavidas" del equipo cuando se hacía difícil anotar. Con grandes tiradores como Michael Gbinije, Trevor Cooney, Malachi Richardson y Tyler Lydon, un gran porcentaje de los puntos provenían de la línea de tres. Se dieron situaciones en las que el equipo incluso abusaba de este recurso debido a su falta de potencia interior. Además, los triples fueron la principal arma de los Orange para remontar partidos decisivos, como aquellos contra Gonzaga y Virginia.

Debilidades

- Falta de tamaño: los Orange han tenido serios problemas con el rebote este año. Su jugador activo de más estatura es Dajuan Coleman, de unos 2,08 metros, que ha promediado 17 minutos por encuentro esta temporada. La defensa en zona provoca confusión y falta de entendimiento en el rebote defensivo, ya que permite a jugadores rivales estar libres de marca individual y hacerse con el rebote. El especialista reboteador Tyler Roberson no ha sido suficiente este año para controlar una parte vital del juego de cualquier equipo. El año que viene Syracuse añadirá los 220 centímetros de Paschal Chukwu, que debería ayudar significativamente en la rotación interior.

- Anotación inconsistente: el liderazgo indiscutible de Michael Gbinije en el apartado anotador (ha sido quinto en la Atlantic Coast Conference con 17,4 puntos por partido) ha sido en ocasiones insuficiente y la ausencia de un segundo anotador prolífico ha hecho mucho daño al equipo en ciertos momentos. El año que viene, con Gbinije y Cooney fuera del equipo, se tendrá que confiar en los sophomores Malachi Richardson y Tyler Lydon para llevar el peso de la anotación. Ambos han demostrado que podían contribuir puntos en ciertos momentos del partido pero, ¿están listos para hacerlo de manera frecuente?

- Falta de rotación: una de las principales características de este equipo es la corta rotación de jugadores que ha utilizado durante toda la temporada. Tan sólo 7 jugadores han contado con un número relevante de minutos. La falta de confianza de Jim Boeheim en ciertos jugadores supone un problema, principalmente por el cansancio acumulado de los jugadores principales, y por la ausencia de jugadores que les puedan suplir cuando no están en su momento más acertado.

Personalmente, habiendo visto casi todos los partidos de Syracuse este año, no creía que el equipo tendría la más mínima posibilidad de llegar tan lejos. Supongo que esta opinión la compartía con muchos aficionados y expertos, pero este equipo nos demostró que el esfuerzo vence al talento, y que a veces no es necesario tener el mejor equipo para ganar. Go Orange!








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