viernes, 22 de marzo de 2013

¡CERRAD EL P*** REBOTE!







Es inevitable. No falla. En cualquier partido de baloncesto de cadetes, alevines, junior o categorías inferiores el entrenador se desespera al ver cómo su equipo se limita a mirar el balón mientras este rebota contra el aro y va a parar a las manos del otro equipo. Es entonces cuando el entrenador suelta esta oración, que se ha convertido en todo un clásico en las canchas de baloncesto.

Rebotear (y sobretodo defensivamente) es una de las acciones más importantes y a la vez menos valoradas de este deporte. Repito: más importantes. Dominar bajo los tableros en un partido influye decisivamente en el resultado final. Y es que es más simple de lo que parece. Si te dejas coger rebotes ofensivos, estás concediendo al otro equipo más posesiones, es decir, más oportunidades para meter canasta.

















Además (lo digo desde mi experiencia como jugador), dejarte coger el rebote defensivo después de una buena defensa es algo que hace mella en los jugadores. Después de haberte dejado la piel en tratar de impedir al rival su acceso a la canasta, lo último que quieres es que gocen de una segunda oportunidad.














Controlar el rebote es controlar el ritmo del partido. Si atrapas el rebote, puedes salir al contraataque o jugar pausadamente en estático. Sin embargo, si es el equipo rival el que lo coge, él es el que lo controla. Esto sucede en todas las categorías por igual, desde benjamines que juegan su primer partido de baloncesto hasta la mismísima final de la NBA.


















Anoche, sin ir más lejos, en la NBA pudimos ver dos ejemplos de la importancia de hacerse con el rebote defensivo. Importancia que aumenta en los momentos finales del partido, cuando te juegas ganar o perder. A continuación describo las dos situaciones que se dieron la pasada madrugada en la mejor liga del baloncesto del mundo.

1.- Boston Celtics 86-87 New Orleans Hornets.

A falta de unos 8 segundos, los Boston Celtics ganan por 1 punto, 86-85. Eric Gordon, bien defendido por Avery Bradley, se la juega. Empieza a atacar y se le escapa el balón. Lo recupera y penetra con decisión a canasta. No existe ayuda por parte de Kevin Garnett ni Jeff Green, que se pelean abajo por el rebote. Green sí contacta con Ryan Anderson, pero Kevin Garnett no mira alrededor ni contacta con el jugador más próximo. Simplemente se limita a mirar el balón, error que aprovecha el rookie Anthony Davis para llegar por detrás, realizar un palmeo y ganar el partido. Un error de Garnett impropio de su experiencia, que como vemos sucede desde alevines hasta auténticas leyendas o algunos de los mejores jugadores de la historia.



2.- Memphis Grizzlies 90-89 Oklahoma City Thunder

Menos de 10 segundos para la finalización del partido. La bola es para Zach Randolph, que postea a Nick Collison. Esta vez sí que hay ayuda del lado débil por parte de Oklahoma. Es Kendrick Perkins quien acude en la ayuda a Collison, a quien había superado Randolph (a pesar de que luego fallase el tiro). Perkins se desentiende de Marc Gasol, que aprovecha para hacerse hueco en la zona y palmear el balón hasta el fondo de la red, ante el inútil esfuerzo de un mucho más débil Kevin Durant, comprometido por la mala decisión de Perkins.



Existen abundantes casos de palmeos ganadores en la historia de la NBA, ya sean provenientes de un alley-oop, un pase o un rebote ofensivo. A continuación os pongo vídeos de algunos de ellos. Fijaos en que en ninguno de los casos se cierra el rebote al jugador que realiza el palmeo. Y si se cierra el rebote, se hace de manera inadecuada. De este modo, el jugador que busca el palmeo tiene un camino franco hacia la canasta y puede palmear cómodamente. El rebote, FUNDAMENTAL. Los entrenadores gritan con razón.















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